Aprendizaje combinado

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‘El hombre es el único animal que aprende por el ejemplo y por el precepto’ (Gordon Childe)

Sin embargo, esta cualidad decisiva para el desarrollo de nuestra especie no resulta especialmente aplicable en el aprendizaje del golf. No al menos tal y como se emplea habitualmente.

La enseñanza tradicional del golf tiene dos pilares. El primero: instrucciones concretas sobre lo que hay y lo que no hay que hacer que a veces no se entienden o no se saben repetir (¿frustración?) y el segundo: una descomposición mecánica del swing que cuando la hacemos a solas, nos resulta prácticamente imposible volver a montar correctamente todas las piezas (¿más frustración?)

Si nos fijamos en el aprendizaje de la infancia vemos que ningún niño aprende a montar en bicicleta, leyendo un libro de instrucciones; lo hace con su propia experiencia y algunas indicaciones. En el ámbito de la acción, el precepto (las instrucciones) siempre van a remolque de la experiencia.

Las instrucciones del tipo ‘hacer esto o hacer lo otro’, o ‘no lo hagas de esta manera, sino de esta otra’,  funcionan muy bien cuando se refieren a una secuencia de acciones conceptuales, que están en todo momento monitorizadas por nuestra mente. Aunque no sepamos su resultado, sí sabemos seguirlas en su orden y tenemos un cierto control de lo que estamos haciendo (aunque a veces montar un mueble sueco no resulte tan sencillo)

Sin embargo, cuando se trata de acciones físicas la cuestión es diferente. El lenguaje – en este caso – no es acción.

La mente no puede dar instrucciones a literalmente miles de fibras musculares para que ejecuten un rápido movimiento de dos segundos, que lo hagan de manera exquisitamente coordinada y precisa, con el objetivo de golpear una bola de una manera específica y lograr enviarla a un sitio concreto con un vuelo determinado.

El aprendizaje de acciones de este tipo están gobernadas por otro mecanismo llamado memoria muscular y basado en la percepción de las propias sensaciones y su ajuste progresivo mediante la retroalimentación.

Aprender el golf mediante instrucciones ‘del hacer’ es duro y casi siempre frustrante. Si no conseguimos hacer lo que nos dicen, es que o no lo hemos entendido, o no somos capaces. Y aunque al final conseguimos hacer un buen swing, ¿podremos repetirlo a voluntad?

Hay propuestas de aprendizaje del golf que combinan la formación técnica con un desarrollo natural del propio swing. Estas didácticas se basan por un lado, en aprender de la propia experiencia de hacer el swing , de la percepción del movimiento del palo y del cuerpo para asimilar las instrucciones viéndolas reflejadas en las propias sensaciones, y por otro en asimilar los aspectos puramente mecánicos del asunto (orientación, stance, grip, backswing, downsiwng, etc)

Suponen un gran avance. Y no en la velocidad de aprendizaje del swing sino en la agradables sensaciones del propio aprendizaje, ya que consiguen en gran medida evitar la frustración y consolidar nuestra confianza.

Por ejemplo, supongamos que nuestro swing provoca que la bola salga hacia la izquierda y luego describa una curva a la derecha (slice)

Si el motivo del slice fuera que al inicio del downswing las caderas giran antes que los brazos, un aprendizaje tradicional sería ago así como: ‘tienes que retrasar el movimiento de tu cadera para sincronizarla mejor con tus brazos’.

Es una instrucción muy directa y difícil de ejecutar conscientemente.

Un aprendizaje combinado diría:

En el plano de la percepción intentaremos percibir lo que hacemos en el movimiento (sentir cuando comienza el giro de la cadera o sentir cuando empezamos a mover los brazos), para a continuación, sentir que pasa al hacer cosas distintas (sentir que la cadera inicia su giro en otro momento o notar que los brazos empiezan a moverse en otro instante) y así podremos comparar sensaciones.

Al aprender a sentir cosas distintas y comparar las sensaciones diferentes, el proceso inconsciente de memoria muscular afina el swing gracias al mecanismo de retroalimentación.

Y en el plano técnico, aprenderemos que la bola sale a la izquierda porque la trayectoria de la cabeza del palo es de fuera a dentro de la linea del objetivo, y que esta trayectoria está motivada por la falta de coordinación entre cuerpo y brazos en el downswing.

Al combinar ambos conocimientos, el aprendizaje es completo. Se entienden las causas y efectos del tiro y la memoria muscular ha grabado las sensaciones para poder reproducirlas a conveniencia.

Este aprendizaje combinado no es mágico, ni inmediato; no nos librará de seguir haciendo slice, pero aumentará nuestra seguridad y confianza en nosotros mismos. Como cuando aprendimos a montar en bicicleta.

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Sergio Rosales

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